27-julio-2014. La mañana lucía espléndida. Al salir de mi cuarto y tomar camino al pasillo
con vista al cielo que está en mi casa, contemplé al sol tímido que se postraba a
lo alto del celeste; a su costado, las
nubes blancas y pacíficas auguraban un buen clima para el resto del día…
mientras tanto, al igual que yo, personas de diferentes lugares se alistaban para asistir a la décimo séptima edición del Festival Internacional de Cine de
Guanajuato (GIFF: por sus siglas en inglés) en el pueblo de San Miguel de
Allende.
Tomé mis cosas y con una agenda dispuesta a múltiples opciones fílmicas de lo
que se presentaría, me trasladé en el autobús Guanajuato-San Miguel a través de colosales cerros y montañas forradas por arbustos, pastizales extensos que se
entrelazaban con el cielo y una vista al ganado que caminaba libre entre los
campos, fue el preámbulo ocurrido antes de llegar a la ciudad
Patrimonio de la Humanidad, por ahí de las once de la mañana.
Una hora después, ya en zona centro, el Cine Aldama fue poseído por cientos de
asistentes que atiborramos el lugar para ver el filme Pulp, una película
sobre la vida, la muerte y el súper, documental nostálgico e introspectivo
acerca de la banda británica y sus integrantes que nos arrancaron a unos risas,
a otros, les brotaron emociones encontradas que trascendieron la pantalla causando
reflexiones, culminando hacia la obra con una ovación estruendosa.
Al abandonar el recinto, el GIFF ya no era sólo cine, fue un cómplice del romance entre las
riquezas del pueblo de San Miguel y los asistentes al festival: dirigirse a
presenciar un filme de un lugar a otro se volvió una cita entre la vetusta
arquitectura del pueblo y el caminante; los restaurantes, teatros y cines
pusieron la mesa servida para degustar; las casas y las calles empedradas nos
regalaron un aroma de vino añejo que aún saboreo; y que nos enmarcó
en un paisaje entre el México antiguo del siglo XIX y el plasmado alguna vez en
algunas películas del Cine de Oro en el siglo XX.
La tarde aún temprana era rica en compañía, poco a poco nos fuimos desplazando
para alejarnos del mundo y refugiarnos en esas historias visuales; las contadas
en los teatros Ángela Peralta y Santa Ana, en el Cine Aldama y el edificio de Bellas
Artes, algunos de los importantes bastiones que albergaron una vez más el
público del GIFF que se aferró a la cultura y que luchó contra la ignorancia.
Entre estos lugares, algunos fuimos persuadidos por la Selección Oficial de
Cortometraje Ficción presentada en Bellas Artes, lugar que permaneció pletórico
y lleno de júbilo ante cintas como Ni-ni,
Comida para perro, ¡Qué paisaje!, Niño de metal y Marc Jacobs que fueron saboreados con parsimonia por
los ojos ávidos de imágenes ilustrativas; al final, los aplausos emotivos no se
hicieron esperar e interjecciones como “¡uff!”, o “¡estuvo buenísimo!” fueron
derrochados por el público ante la satisfacción ocasionada por cada uno de los filmes.
Caída la tarde, aparecieron las mojigangas en el centro para tomarse fotografías, los vendedores ambulantes portaban juguetes y globos, la demás gente, ahora permanecía calmada observando el paisaje, sentados o en lugares aledaños al jardín o en las bancas forjadas de fierro alrededor del quiosco, dándose un respiro para continuar el Festival, yo por mi parte, tuve que dirigirme a la central camionera de San Miguel antes de que cayera la noche en el lugar.
Al final, mi transporte regresó por el mismo camino de cerros y montañas que me vieron pasar, con la diferencia que ahora habían perdido su color matinal tras ir llegando de a poco la oscuridad; las nubes, que fueron cálidas durante todo el día, comenzaban a tornarse oscuras tras la huída del sol.
El GIFF en San Miguel se terminó un año más, los que utilizamos de pretexto tanto el festival como la ciudad para encontrarnos con ambos año tras año estaremos melancólicos; por ahora sólo quedan los recuerdos guardados y la experiencia vivida, anhelando que la rueda eterna del tiempo conceda un año más para asistir y vivir un nuevo encuentro más entre el cine, la gente y la ciudad.
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